5 datos sorprendentes sobre los piojos

En cierto sentido, los piojos son como un buen amigo: por mucho que los conozcas, nunca dejan de sorprenderte. Para demostrártelo, te traemos 5 datos sobre ellos que nunca hubieras imaginado:

1. ¿Qué fue antes? ¿El piojo o el humano?

El piojo llegó primero, y bastante antes. Un estudio reciente de la Universidad de Illinois ha llegado a la conclusión de que los piojos empezaron su expansión antes de que se extinguiesen los dinosaurios, es decir, que es muy probable que ellos fueran los primeros seres vivos en padecer sus característicos picores. Además, se han encontrado muestras de piojos en cabezas humanas que datan del año 10.000 A.C. y muchas otras que demuestran que estos parásitos nos han acompañado desde siempre, ya sea en el Antiguo Egipto, en la Edad Media o en el Renacimiento.

2. ¿Por qué prefieren el pelo de los niños?

Los piojos pueden vivir indistintamente en las cabezas de niños y en las de adultos. Lo que sí que es cierto es que, por el tipo de relación que establecen los niños entre ellos, son más frecuentes las infestaciones en edades infantiles: jugar conlleva un contacto directo cabeza con cabeza, compartir utensilios de higiene personal como peines o cepillos…

3. Los piojos ayudan a la ciencia

No todo iba a ser malo. Los piojos son un auténtico incordio, pero ayudan a los científicos a descubrir datos históricos importantes. La presencia de estos parásitos ha permitido descubrir, por ejemplo, el momento en el que los seres humanos empezamos a llevar ropa (hace 170.000 años). El científico David Reed, desde el Museo de Historia Natural de Florida, estaba estudiando la relación entre los piojos y los seres humanos y notó que hace 170 mil años los piojos de cabello empezaron a divergir en piojos de ropa. De no ser por este dato, no hubiese sido posible fijar una fecha para dicho acontecimiento, ya que los tejidos se desintegran en un lapso de tiempo tan extenso.

4. Despiojarse: costumbre social y… ¿acto de amor?

Los piojos son un parásito tan extendido por todo el reino animal que muchas especies, como los monos, han incorporado el despioje en sus costumbres y rutinas. En algunos casos, el propio acto de despiojar a un miembro del grupo constituye una muestra de respeto y define las jerarquías entre unos y otros.

Pasando al mundo humano, en algunas tribus nómadas de Tonga, una isla de la Polinesia, el sacarle los piojos a tus parientes y comerlos era un signo de deber familiar y, de hecho, es una tradición todavía practicada hoy en día por sus descendientes. También lo es para algunas tribus indígenas de América Central y Sudamérica, donde la búsqueda diaria de piojos es una práctica rutinaria más.

Y sí, aunque parezca mentira, los piojos también han sido considerados como un símbolo de amor.
Tradicionalmente, en el norte de Siberia, las mujeres jóvenes “tiraban” sus piojos al hombre elegido en señal de amor y como acto cariñoso para reflejar algo así como: “mi piojo es tu piojo”.

5. Existen miles de especies

Pero no nos estresemos. Sí, existe un tipo de piojo casi por cada especie de mamífero, pero cada uno de ellos solo puede sobrevivir en el tipo de animal para el que está “adaptado”. De esta forma, un piojo que afecta a los perros no podrá contagiarse, alimentarse o reproducirse en un humano, ni viceversa. De hecho, la especialización va más allá e incluso, dentro de los que afectan al ser humano, existe un tipo que solo puede afectar al cuerpo y que no es capaz de sobrevivir en el pelo, ni viceversa.